La dependencia emocional como enfermedad psicosocial

Un artículo de Sergi Ferré Balagué, para la edición de diciembre 2015 de Una veu Amiga, la revista del Telèfon de l'Esperança.

Aunque quizás la dependencia emocional sea uno de los cuadros sintomatológicos de carácter psíquico más transversales en las experiencias desadaptativas de las personas en su entorno, curiosamente no está clasificado como tal en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (2013). Sí que existen definiciones que se le aproximan bastante, como es el caso del trastorno de la personalidad por dependencia, que se caracteriza por la dificultad a la hora de tomar decisiones y asumir la responsabilidad de la propia vida, la cual se intenta delegar en los demás. Pero esta clasificación todavía no se ajusta per se al embrión dramático de la dependencia emocional, que para ser entendido en su plena expresión debe ser analizado desde la perspectiva de la psicología social construccionista (Ibañez, 2008), que señala la capacidad creadora de sentido que tiene el lenguaje en la interacción social. Desde esta óptica, la dependencia emocional, a medio camino entre la dimensión psicológica y la dimensión social, se nos presenta como una edificación en el ámbito comunitario que se padece, o al menos se percibe, en el ámbito privado. Por lo tanto, una intervención en este aspecto debería acompañar la terapia psicoactiva con el fomento del agenciamiento personal y el cuestionamiento de los roles, actitudes y comportamientos, aceptados de manera mayoritaria, que influyen decisivamente en la manera en que cobran forma y sentido nuestros deseos más íntimos.

Si la dimensión social que presenta tanto la dependencia emocional como otro tipo de dependencias, tanto psíquicas como químicas, no se reconoce como tal, su envolvente modus operandi (*) puede interpretarse como una mano negra que crucifica a las personas y de la que solo es posible escaparse con métodos igual de sugestivos, como la adhesión a una religión o a un dogma. Este hecho ha provocado que durante varias décadas las personas con esta sintomatología hayan tenido que buscar consejo y apoyo en lugares y metodologías que no ofrecían una visión global y rigurosa del problema al que estas se enfrentaban.

De unos años para acá, diversos profesionales se han especializado en este tema, y actualmente es más corriente que una persona pueda ser diagnosticada de dependencia emocional, que por supuesto se manifiesta de manera particular en cada caso, y ser tratada consecuentemente. Aun así, si analizamos las características (Castelló, 2015) que en el ámbito de las relaciones se asocian a la dependencia emocional (necesidad excesiva del otro, deseos de exclusividad, relaciones basadas en la sumisión, prioridad de la pareja ante otras relaciones, idealización del otro, historial de relaciones de pareja desequilibradas, miedo a la ruptura, asunción del sistema de creencias de la pareja, etc.), veremos qué poco difieren algunas de estas manifestaciones de lo que socialmente se aceptaría como "normal" e incluso deseable (solo hay que revisar las letras de las canciones pop). Quizás lo más desconcertante surge al darnos cuenta de como estos síntomas se conectan con otros que acusamos en el ámbito de nuestra interioridad, como la baja autoestima, el no poder sufrir la soledad y el estar sumidos en un estado de negatividad.

Se hace necesario entonces entender como podemos calibrar estas dos realidades, la interpersonal y la intrapersonal, para que el resultado sea una situación equilibrada y adaptativa. En este sentido trabaja la asociación GAEDE, creada por y para personas (ante todo y sobretodo) con síntomas de dependencia emocional, que trabajan en aumentar la calidad y la satisfacción en las relaciones afectivas. Para solicitar información y participar en las actividades del grupo, puedes consultar la web gaede.cat


*) Como especie gregaria que somos, vivimos inmersos dentro de la sociedad en la que nos inscribimos y no es posible estar fuera. Aunque nos retiráramos del mundanal ruido, las consignas adquiridas se manifiestan en nuestra manera de pensar y clasificar la información.

Bibliografía consultada:
Castelló Blasco, J. (2005): Dependencia emocional. Madrid. Alianza Editorial.
Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM-5 (2013). American Psychiatric Association. Estados Unidos.
Ibañez Gracia, T. (2008). El com i el perquè de la psicologia social. Barcelona: Oberta UOC Publishing, SL.

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