¿Por qué justifico y alimento relaciones que me generan sufrimiento? ¿Por qué sigo esperando que lo que me condena, me salve?
La mujer de la izquierda representa los ideales (ser buena o mala, amada o abandonada, dependiente o independiente, etc.) con los que la otra es juzgada. La primera no tiene miedo pues se siente segura de sí misma, pero es solo porque tiene los ojos cerrados y no está observando la realidad directamente. Se encierra su convicción de que lo que siente es LA verdad. En cambio, la otra está con los ojos abiertos, avergonzada por no encajar con las expectativas. Resumiendo: Para ser feliz hay que cerrar los ojos y reforzar mis creencias, porque si los abro y me entrego a la realidad, será terrible.
Esta imagen nos presenta dos bandos irreconciliables, que al mismo tiempo se retroalimentan, pues uno no podría ser sin el otro. Son las dos caras de la misma moneda, que plantean el tema de que la vida es un juicio constante. Mirando a través de estas gafas, una se pregunta ¿soy buena, válida, merecedora? ¿Merezco ser amada, perdonada, salvada? ¿Me estoy esforzando lo bastante? ¿Soy culpable de que me me sienta como me siento y de que las cosas no vayan como deben ir?
Pero hay una satisfacción en todo esto: Una puede aspirar a ser redimida, llegar a ser pura y alcanzar la gloria. La cual cosa proyecta una sombra terrible: Ser constantemente condenada, indigna y hundida en la miseria. Eso hace que la persona se perciba dividida, como si hubiera dos realidades: La divina, que solo existe si cierra los ojos, y la mundana, que vive atormentada al ver las cosas como son.
Acabo de retratar un proceso doloroso que se da en el tratamiento de casos de neurosis, dependencia emocional o adicciones. No es que la persona se autoengañe, sino que vive sometida a unas ideas engañosas que no puede ni creerse ella misma. La persona hace todo lo que puede, pero mientras no revise esas creencias que se presentan como la verdad absoluta, no tendrá paz. La terapia se hace a las ideas, no a la persona.
Me identifico totalmente con lo que dices, me pasa estos días en el trabajo: quiero ser ejemplo de buen profesional, demostrar que puedo con todo, vivirlo con vocación y entusiasmo, nada más eso ya tendría que hacer que todo fuera bien, pero es una idea que me genera sufrimiento, que me hace sentir fracasado, es un ideal que me aleja de la realidad, y me provoca dolor.
ResponderEliminarBuen artículo! Es como en Matrix.. Ojalá pudiéramos vivir engañados, pero ya nos tomamos la pastilla roja ;)
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